Desde que somos gestados, dentro del vientre de nuestra Madre, todos los días de nuestra vida son el Día de la Mujer y de todas las que marcan nuestras vidas. Ella es el centro de la Familia, la Mater Familia de la República Romana. También estaban encargadas de la educación de su prole, en la sociedad de la antigua Grecia, durante los primeros años de vida de esta, sin la intervención del Padre. Ella es la férrea unión de esta y su principal apoyo, ya sea sola o acompañada. Las vemos en CHILE cada día como con su esfuerzo, trabajo y cariño construyen el futuro de todos. Y en la necesidad y el peligro, la primera palabra que acude a la boca del herido en batalla o del accidentado que se revuelca de dolor, es: MADRE. Recordando a aquella que lo arrulló en su regazo protector y le dio de beber del blanco manantial que brotaba de sus pechos generosos.
Es bueno recordar, con esta Conmemoración fijada para los 8 de Marzo, a las mujeres. Recordar a aquellas que fueron grandes en la historia religiosa, como María Magdalena o en formación de sus Estados, como Isabel I de Gran Bretaña o nuestra Guacolda que acompañó a Lautaro hasta su última batalla. También a nuestra insigne poetisa Gabriela Mistral y a todas las que lucharon por permitirles entrar a las Universidades y demás actividades en las que estuvieron prohibidas de participar durante siglos.
Hoy día se han formado diversos movimientos, llamados feministas, con el propósito de defenderlas del abuso o del acoso. Esto ha permitido fijar reglas de comportamiento y de respeto para proteger sus derechos en todos los ámbitos de la sociedad, de acuerdo a sus obligaciones, recompensas salariales y necesidades.
Sin embargo vemos que ciertas manifestaciones de grupos extremos que se pavonean por las calles con sus pechos desnudos y mostrando otras partes íntimas, perjudican gravemente las posibilidades de apoyo de varios sectores y en vez de ayudar ridiculizan y denigran su imagen frente al resto de la gente. Urge corregir este comportamiento y quienes coordinan estos movimientos feministas deben tomar cartas en el asunto.
Pero, por sobre todo, unamos nuestras fuerzas para proteger, cuidar y alentar el incorporar a las mujeres, con plenos derechos, a las labores y actividades en general en que quieran participar aportando sus habilidades e inteligencia. Ya están en la construcción, enseñanza, ingeniería, medicina, biología marina, espacio, cibernética. Ellas tienen también el don de la profecía, son sibilas y pitonisas, sacerdotisas y científicas.
Que en el mundo que viene, todos juntos avancemos por el progreso y la paz en la construcción de un futuro mejor.
San José de Maipo, 21.Febrero.2019. Juan Carlos Edwards Vergara