Situada en la boca oriental del emblemático túnel El Tinoco – el cual antes fue usado como servicio ferrocarril militar del Cajón del Maipo – se encuentra la animita de Willy Antonio Rojas Reyes, conocido por “Willito”, joven que se suicidó en 1998, y cuyo memorial se ha convertido en un lugar de destino de muchos fieles.
Conocido como el “Santuario de remolinos” es un escenario de súplicas, agradecimientos e incluso apariciones, cuentan algunos.
Para llegar ahí hay que atravesar el abandonado, frío, oscuro y tenebroso túnel El Tinoco, emblemático lugar del que se cuentan maldiciones, apariciones y hasta murmullos, según constatan algunos de sus visitantes. Sin embargo, son estos rumores lo que atrae nuevos turistas que aceptan el desafío de cruzar el túnel que atraviesa al cerro en forma paralela al estrecho Camino al Volcán de la Ruta G-25.
Cuando llegas a la animita observas los agradecimientos, ofrendas, placas y peticiones, rodeadas de remolinos, muchas hélices de viento, flores giratorias y veletas que no paran de girar.
En la animita se encuentra una foto del fallecido y homenajeado Willy Antonio Rojas Reyes, el joven que nació un 25 de junio de 1980 y fue el hijo mayor de una familia residente en Peñalolén. “Alto, delgado y atlético, amaba la música y el karate y tenía gran sensibilidad por la justicia social”, se puede leer en las descripción ubicada en el lugar.
La biografía lo destaca como gran deportista, compañero y estudiante, líder del Centro de Alumnos de su casa de estudios. Se lo recuerda, además, como una persona brillante, talentosa y totalmente fuera de lo común, que cursaba el primer año de Ingeniería en Biotecnología Molecular en la Universidad de Chile, al momento de su desgracia.
Su muerte sucedió el lunes 20 de julio de 1998 en ese mismo lugar del Cajón del Maipo. Según la carta que dejó, fue decidido a quitarse la vida junto a la naturaleza que tanto quería, haciéndolo en la entrada del túnel, donde hoy está su animita.
Algunos devotos cuentan que su radical determinación fue a raíz de una profunda depresión, provocada por una decepción amorosa. En tanto al método que utilizó se desconoce actualmente, pero existen dos versiones: ahorcamiento y dos balazos, uno en el pecho y otro en la sien.
Willy tenía sólo 18 años al momento de suicidarse y en su carta pidió a sus seres queridos visitarlo allá en la cordillera, lugar que eligió para su muerte y donde la familia construyó esta animita inicialmente con un túmulo de piedras y una cruz, pero que con los años fue tomando características de santuario luego que empezaran a decorarla con remolinos de viento.
Con el tiempo, la fama de “Willito” lo llevó a ser calificado como generoso otorgador de ayuda para problemas económicos, de salud y también para dar consuelo.
Luego del “florecimiento” de la animita de Willy su leyenda creció con reportes de supuestos quejidos, apariciones y presencias extrañas en el mismo túnel El Tinoco.
Según comentarios surgidos en torno al mito, los visitantes y residentes de la comuna de San José de Maipo han llegado a hacer correr el rumor de que el joven fue asesinado en ese lugar e incluso hay versiones que hablan que fueron dos las víctimas, no sólo él. De ahí que no sólo se prendan velas por el joven, sino que también por otras víctimas. De hecho, se cuenta que dos personas más murieron de frío tras quedarse dormidas al interior de su automóvil cuando estaban dentro del túnel.
Junto a la animita se observa una piedra sobre el resto de recuerdos, la que lleva la siguiente inscripción:
“Para nosotros, Willy habla a través de los remolinos.
Por favor no los calles.
Sus Padres”.
En tanto, algunos vecinos de San José de Maipo resaltan su valor como algo esperanzador y como un consuelo de vida. Es por este motivo que la figura del “Willito” es tan conocida en el sector.
Si vas por el Camino al Volcán se pueden ver muchas más animitas por ser una ruta peligrosa y propensa a los accidentes y atropellos. Sin embargo, la animita de Willy, debido al número de visitantes y turistas que recibe regularmente y por quienes se atreven a cruzar el túnel para llegar a ver girar los remolinos no pasa para nadie desapercibida.
Fuente: Daniela Burgos de CIVICO