El 14 de febrero de 1879 marca un hecho clave en la historia de Sudamérica: la ocupación de Antofagasta por fuerzas chilenas, evento que desencadenó la Guerra del Pacífico entre Chile, Bolivia y posteriormente Perú. Esta acción militar fue el primer movimiento bélico en el conflicto que definiría las fronteras entre estas naciones.
Contexto y causas de la ocupación
A finales del siglo XIX, la región de Antofagasta era un punto de interés económico clave debido a sus ricos yacimientos de salitre y guano. Bolivia, que en aquel entonces ejercía soberanía sobre la zona, había firmado en 1874 un tratado con Chile en el que se comprometía a no aumentar los impuestos a las empresas chilenas que operaban en el territorio por un período de 25 años.
Sin embargo, en 1878, el gobierno boliviano, presidido por Hilarión Daza, impuso un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado, lo que Chile consideró una violación del tratado. Como respuesta, el gobierno chileno de Aníbal Pinto ordenó la ocupación de Antofagasta.
La ocupación de Antofagasta
El 14 de febrero de 1879, fuerzas chilenas al mando del coronel Emilio Sotomayor desembarcaron en Antofagasta sin encontrar resistencia. Las autoridades bolivianas y la guarnición local abandonaron la ciudad antes de la llegada de las tropas chilenas, evitando un enfrentamiento directo. Con esta acción, Chile aseguró el control de una región vital para su economía y dejó claro su desacuerdo con la política boliviana.
Consecuencias inmediatas y la Guerra del Pacífico
La ocupación de Antofagasta fue el detonante de la Guerra del Pacífico. Bolivia declaró la guerra a Chile el 1 de marzo de 1879 y solicitó el apoyo de Perú, con quien mantenía un tratado secreto de alianza desde 1873. En respuesta, Chile declaró la guerra a ambos países el 5 de abril de 1879.
El conflicto se extendió hasta 1884 y tuvo consecuencias definitivas para la región: Chile consolidó su dominio sobre Antofagasta y el departamento del Litoral, que hasta entonces pertenecía a Bolivia, dejándolo sin acceso al mar. Además, ocupó territorios peruanos en Tarapacá y Arica.
Un legado histórico
La Toma de Antofagasta es un episodio fundamental en la historia de Chile, Bolivia y Perú. Hasta el día de hoy, sus consecuencias siguen marcando las relaciones diplomáticas entre estos países, especialmente en lo que respecta a la demanda boliviana de acceso soberano al mar.
Cada 14 de febrero, Chile recuerda este acontecimiento como un paso clave en su consolidación territorial, mientras que Bolivia lo considera una pérdida irreparable de su acceso al Océano Pacífico. A casi un siglo y medio del evento, la Toma de Antofagasta sigue siendo un tema de análisis histórico y político en la región.