Este medio tuvo la oportunidad de acompañar a un niño que sufrió una intoxicación intestinal hasta el servicio de urgencias del hospital. Lo hicimos con cierto recelo, ya que recientemente habíamos recibido denuncias sobre una supuesta deficiente atención en ese recinto hospitalario.
Sin embargo, la experiencia resultó ser muy distinta a lo esperado. Nos encontramos con un espacio extremadamente limpio y ordenado, donde un funcionario amable recibió los datos del paciente. Casi de inmediato, el niño fue trasladado a la sala médica, donde un facultativo lo examinó. En menos de una hora, el pequeño salía con su diagnóstico y las indicaciones para su tratamiento.
Durante la espera, conversamos con algunos familiares de pacientes y confirmamos que la buena atención que presenciamos no fue una excepción, sino la norma en ese servicio asistencial.