En un cercano poblado un rey recibió la visita de dos forasteros que le dijeron: “Nosotros somos tejedores y le ofrecemos tejer una tela que solo la pueden ver los que no son hijos de ladrones; los hijos de ladrones, no podrán verla” recalcaron. Solo necesitamos un lugar donde trabajar y que se nos otorgue, mientras lo hacemos, todo lo que se necesita para llevar una vida lo más licenciosa posible” El rey aceptó concediéndoles lo solicitado. Al tiempo y, alentado por la curiosidad, fue hasta el sitio donde estaban trabajando los forasteros, que en esos momentos, como lo habían hecho por semanas, se encontraban gozando de una fenomenal fiesta. El rey vio que el telar estaba vacío e increpó a los tejedores: “¿Cómo? No veo ninguna tela”. De inmediato, los forasteros replicaron: “No puede ser que no la vea, si es preciosa”. El rey reaccionó y, para que no creyeran que era hijo de ladrón, les manifestó: “No, era una broma, la tela está quedando de maravilla, sigan su trabajo” Así, los forasteros siguieron gozando de las apoteósicas fiestas hasta que, no pudiendo más de esa vida de jolgorio, se presentaron ante el rey para hacerle entrega de la tela inexistente. El rey, que estaba acompañado de toda su corte, felicitó a los forasteros por tan grandioso trabajo. Los cortesanos se miraron y se dijeron para sus adentros: “No puedo decir que no veo la tela, porque van a creer que soy hijo de ladrón” Pensando así, todos se unieron a la alegría del rey y alabaron a los tejedores. Nadie quiso pasar por hijo de ladrón. Fue tanto la admiración del rey por la tela, que llamo a su sastre y le ordeno confeccionarle un traje con ella. El sastre, no queriendo pasar por hijo de ladrón, le confeccionó el requerido traje. El rey decidió vestirse con ese traje para la celebración de un gran evento que se llevaba a cabo en esos días. Llegó el día de la celebración de ese gran evento, y el rey se presentó luciendo su lujosa vestimenta. Al verlo, todos los asistentes callaron para no ser tildados de hijo de ladrón. De repente un hombre se apostó al lado del rey y dijo: “Todos van a decir que soy hijo de ladrón y quizás qué improperios más, pero no puedo dejar de hacer ver, que el rey está DESNUDO”. Moraleja: “no debemos creer que algo es verdad solo porque muchos lo dicen y no hay que dejarse llevar por lo que todos hacen. Se trata de ser valientes y honestos. También encontrarás otros valores como la humildad y la sinceridad”.
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