(por Zeus)
Cuando el silencio duele más que el acoso
Es inadmisible que en pleno siglo XXI aún existan instituciones que opten por callar frente a denuncias de acoso sexual, pero más alarmante es que ese silencio venga también de mujeres en el poder. En un reciente y lamentable caso, una joven bombera de 19 años denunció haber sido acosada por un superior de 54. Lo que debería haber provocado un inmediato respaldo y acción, terminó en un silencio que duele tanto como el hecho denunciado. La comunidad, al conocer los hechos, expresó su repudio a través de numerosos comentarios en este mismo medio, exigiendo justicia y cuestionando la inacción de las autoridades.
Autoridades electas por sus comunidades —en gran parte por otras mujeres— han decidido no pronunciarse. Su indiferencia resulta desconcertante. Mientras los líderes de la institución de Bomberos, en su mayoría hombres, se niegan a actuar y parecen no comprender que el machismo no solo es inaceptable, sino incompatible con una sociedad justa, las representantes femeninas optan por mirar hacia otro lado. Esa falta de sororidad y compromiso con los derechos de género es, como mínimo, decepcionante.
Muchos argumentan que estos casos deben tratarse en la justicia ordinaria. Pero ese camino, lejos de garantizar justicia, muchas veces se convierte en una nueva forma de victimización. Las víctimas deben someterse a interrogatorios humillantes, revivir el trauma, y en muchos casos, enfrentarse al descreimiento y la revictimización institucional. Es por eso que muchas de ellas acuden primero a la prensa: para ser escuchadas, para visibilizar lo que otros prefieren mantener en la oscuridad.
El periodismo no puede dictar justicia, pero sí tiene el deber de contar la verdad. La esperanza es que, al menos al hacerlo público, las autoridades pertinentes actúen con la seriedad que el caso amerita.
Lo que está en juego aquí no es solo el bienestar de una joven víctima, sino la credibilidad de las instituciones, la responsabilidad de sus dirigentes, y el compromiso real —no solo discursivo— con la igualdad de género y el respeto a los derechos humanos. Guardar silencio no es neutralidad: es complicidad.