Como todos sabemos la fiscalización de las autoridades se supone que está contemplada por la ley, pero en la práctica, vemos cómo las ideologías, los amiguismos y las irregularidades se apoderan de las reparticiones públicas. Sí, efectivamente, así sucede en la realidad, y allí aparece el rol de los medios de comunicación, como denunciantes y comunicadores de estas faltas para conocimiento de la ciudadanía.
Es en tal sentido que, hablar de partidos políticos, militancias e ideologías, de tal o cual autoridad, no es menor, y es por eso que este diario hace hincapié en dichas particularidades, ya que la ciudadanía debe contar con todas las herramientas informativas para realizar un análisis propio de los contenidos noticiosos emitidos, y así llegar a una conclusión que termina en su voto o sufragio.
Por esta razón no es baladí la continua alusión de este medio a la política, ya que así podremos conocer las tendencias en cuanto a las decisiones de los directivos públicos.
Y es en este momento cuando llegamos a la interrogante que abre este artículo respecto a la fiscalización, sí, porque para fiscalizar debemos ocupar la política en el sentido aristotélico, como una interrelación de leyes, costumbres, asociaciones y acciones frente al qué hacer público, especialmente frente al sentido del bien común, y no frente a la usurpación del bienestar de la gente por el aprovechamiento de la autoridad de turno, quien luego de su elección, olvida su objetivo primordial, el cual es nada más ni nada menos que el beneficio de la ciudadanía y no de individuos particulares.
En conclusión, como ciudadanos debemos estar informados para así tener una opinión y poder analizar fiscalizadoramente a los poderes administrativos de turno.
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